viernes, 28 de junio de 2013

EL BOCADITO HISTORICO IV: Pitágoras y la simbología de los números


     Para la cosmovisión de Pitágoras y su escuela los números representaban símbolos que referían a aspectos trascendentales de la vida. Eran verdaderos códigos.


     Por ejemplo, el número uno era símbolo de lo indivisible, el centro creador y el centro cósmico.
     El número dos representaba el símbolo de la paridad pero también era el mismo conflicto, la reflexión y la pasividad como opuesta a la actividad. Además sugiere el comienzo y el final ya que es el punto que se desplaza dando origen a la línea. Da lugar a la paridad que existe en el universo, al bien y el mal o la luz y la oscuridad.
     Al número tres le adjudicaban la generación a partir de los dos complementarios, macho y hembra que engendran al hijo, la espiritualidad como complemento del cuerpo y el alma y también da origen al triángulo. El tres cierra un ciclo.
     El número cuatro simboliza la potencia y da origen a la cruz y al cuadrado, las cuatro dimensiones del espacio, los cuatro elementos que para ellos conformaban al universo: agua, tierra, aire y fuego. También los cuatro puntos cardinales y las cuatro fases de la luna.
     El número cinco hacía aparecer una nueva dimensión: el tiempo. Para los pitagóricos este número representaba todos las posibilidades del universo, por eso se representaban con la estrella de cinco puntas.
     El número seis era el equilibrio entre dos triángulos entrelazados y opuestos. Para ellos era el número perfecto porque el producto de los números que lo componen es 1 x 2 x 3 = 6 y 1 + 2 + 3 = 6.
     El número siete representaba la unidad universal.  6 + 1 = 7 (una estrella de seis puntas y un punto en el centro que significaba el equilibrio interior).
     El número ocho simbolizaba la regeneración espiritual, por ser la mediación entre lo natural y lo divino (intermediario entre el círculo, símbolo de la eternidad y el cuadrado, símbolo de la materialidad).
     El número nueve era el número que cerraba los tres círculos (el cielo, la tierra y el infierno). Cada mundo era simbolizado por una triada.
     El número diez era el número de la totalidad, del retorno y de la unidad finalizando así el ciclo de los nueve números anteriores. Para esta escuela era la “Santa Tetraktys” que era el número más sagrado porque representaba la creación universal, la imagen de la totalidad en movimiento.

Fuente consultada: Revista “Herencia”.


     

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