Para la
cosmovisión de Pitágoras y su escuela los números representaban símbolos que
referían a aspectos trascendentales de la vida. Eran verdaderos códigos.
Por ejemplo, el
número uno era símbolo de lo indivisible, el centro creador y el centro
cósmico.
El número dos
representaba el símbolo de la paridad pero también era el mismo conflicto, la
reflexión y la pasividad como opuesta a la actividad. Además sugiere el
comienzo y el final ya que es el punto que se desplaza dando origen a la línea.
Da lugar a la paridad que existe en el universo, al bien y el mal o la luz y la
oscuridad.
Al número tres
le adjudicaban la generación a partir de los dos complementarios, macho y
hembra que engendran al hijo, la espiritualidad como complemento del cuerpo y
el alma y también da origen al triángulo. El tres cierra un ciclo.
El número cuatro
simboliza la potencia y da origen a la cruz y al cuadrado, las cuatro
dimensiones del espacio, los cuatro elementos que para ellos conformaban al
universo: agua, tierra, aire y fuego. También los cuatro puntos cardinales y
las cuatro fases de la luna.
El número cinco
hacía aparecer una nueva dimensión: el tiempo. Para los pitagóricos este número
representaba todos las posibilidades del universo, por eso se representaban con
la estrella de cinco puntas.
El número seis
era el equilibrio entre dos triángulos entrelazados y opuestos. Para ellos era
el número perfecto porque el producto de los números que lo componen es 1 x 2 x
3 = 6 y 1 + 2 + 3 = 6.
El número siete
representaba la unidad universal. 6 + 1
= 7 (una estrella de seis puntas y un punto en el centro que significaba el
equilibrio interior).
El número ocho
simbolizaba la regeneración espiritual, por ser la mediación entre lo natural y
lo divino (intermediario entre el círculo, símbolo de la eternidad y el
cuadrado, símbolo de la materialidad).
El número nueve
era el número que cerraba los tres círculos (el cielo, la tierra y el
infierno). Cada mundo era simbolizado por una triada.
El número diez
era el número de la totalidad, del retorno y de la unidad finalizando así el
ciclo de los nueve números anteriores. Para esta escuela era la “Santa
Tetraktys” que era el número más sagrado porque representaba la creación
universal, la imagen de la totalidad en movimiento.
Fuente consultada: Revista “Herencia”.
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