Hace varios años
estaba en una librería y me topé con el que iba a ser mi libro de cabecera
durante mucho tiempo. Se llamaba “Sincrodestino”y su autor era Deepak Chopra.
En el texto se hablaba sobre la sincronicidad y, referida a ella, explicaba que no existían
coincidencias vacías de contenido sino que estas coincidencias "eran las portadoras de un mensaje
del potencial milagroso de cada instante".
Por cuestiones
laborales entrevisté a Eduardo Zancolli, médico argentino y discípulo de
Deepak. El escribió “El misterio de las coincidencias” y me definió a la
sincronicidad como la “causalidad de la casualidad”.
Pero el pionero
del tema en Occidente fue el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung, quien acuñó al término y lo explicó como “la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero
de manera acausal”. Dijo Jung lo siguiente: “emplearé el concepto general de
sincronicidad en el sentido especial de una coincidencia temporal de dos o más
sucesos relacionados entre sí, de una manera no causal, cuyo contenido significativo
sea igual o similar... lo diferenciaré del término sincronismo que constituye
la mera simultaneidad de dos sucesos”.
O sea, Jung nos
hablaba de la vinculación de fenómenos a través de su significado. Si bien el
psiquiatra suizo fue quien manejó esta terminología, el concepto de
sincronicidad existe desde mucho antes, por ejemplo, en las escrituras
védicas en Oriente.
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